En
este capítulo nos acercamos más a la resolución de la Adivinanza del Celador: por qué
somos capaces de elegir lo que queremos y cómo hay que hacerlo. Una de las claves
de la solución está en el hecho que llamamos sueño. El
hombre pasa durmiendo la tercera parte de su vida. Todo lo que sucede con él en
este estado fronterizo sigue cubierto por un misterio. Desgraciadamente, las
investigaciones científicas en este campo no ofrecen muchas explicaciones. Las
interpretaciones filosóficas también dan bandazos de un extremo al otro. Unos
dicen que los sueños son simples ilusiones; otros afirman que hasta nuestra
vida misma no es más que un sueño. ¿Quién de ellos tiene razón? Dentro de los
márgenes del Transurfing, ni unos ni los otros. Pero veamos todo por orden.
Al
recordar sus sueños, los adultos son conscientes de que no hubo nada de ello en
realidad. La mente interpreta los sueños como sus propias fantasías que, de
algún modo, tienen lugar mientras uno descansa y, con esa explicación, la mente
queda satisfecha. Es sabido que hasta los cuatro años los niños no distinguen
entre un sueño y la vigilia. Consideran que los sueños ocurren en el mismo
mundo que el resto de la vida. Con esa edad, al despertarse de una pesadilla,
el niño piensa que los monstruos están en la habitación. Y todas las promesas
de los padres de que tan sólo ha sido un sueño, no le hacen el efecto debido.
Sin embargo, poco a poco, a la mente del niño la acostumbran con la idea de que
todo eso es irreal.
Hemos
analizado ya de qué manera distribuye la mente toda la información nueva según
la descripción abstracta. Y que lo hace muy rápido y con ganas. Ahora imagínate:
se necesitaron cuatro años para convencer a la mente de que un sueño no es
real. Es la única cosa con la que la mente no pudo estar de acuerdo bajo ningún
concepto. No recordamos qué es lo que hubo con nosotros hasta que cumplimos los
cuatro años, por tanto no podemos testimoniar el grado de perplejidad en el que
estuvo nuestra mente después de despertar.
Todavía,
al desconectarse, nuestra mente con mucha credulidad cae siempre en la misma
trampa todos los días. Mientras dormimos, no se nos ocurre tomar lo sucedido con
crítica. Incluso al despertar, nos sorprendemos de lo real que parecía el
sueño. La realidad en el sueño se modela de un modo sorprendentemente natural.
Por muy extraordinario que sea lo que sucede en el sueño, lo tomamos como algo
habitual. Esa capacidad se basa en la costumbre de la mente de encontrar una
explicación para todo. Si hemos de observar o experimentar algo extraño, somos
capaces de racionalizarlo todo en cualquier momento.
Pero
tampoco tenemos la costumbre de poner en duda la realidad de lo ocurrido estando
despiertos y conscientes. Por tanto en el sueño aceptamos todo como algo debido
por inercia. La mente está acostumbrada a controlar las situaciones. Pero
existe una pregunta que pasa el control siempre, sin ser comprobada: «¿Será verdad que todo esté ocurriendo en
realidad?».
Precisamente
por eso la mente siempre cae en la trampa del sueño.
Pero
a veces, si tenemos mucha suerte, ocurre un milagro y nos damos cuenta de que
estamos durmiendo. Con más frecuencia eso sucede si soñamos con algo demasiado
increíble o nos persigue una pesadilla. Entonces la mente establece su control
y nos damos cuenta claramente de qué es lo que tenemos que hacer a continuación.
En este caso un sueño inconsciente se convierte en un sueño
lúcido.
En el sueño lúcido el
hombre participa en un juego virtual y comprende que es sólo un sueño. Si nunca
te había ocurrido nada parecido y lo escuchas por primera vez, no dudes: eso no
tiene nada que ver con la fantasía. Existen muchos libros que están dedicados a
los sueños lúcidos, y en el mundo hay apasionados que lo practican constantemente.
¿No te gustaría probarlo? Sí,
en efecto, es posible provocar intencionadamente un sueño lúcido. Para eso
debes acostumbrar tu mente que se haga la pregunta: «¿Será verdad que todo está ocurriendo en la realidad?». Si lo
deseas realmente, no te resultará muy difícil hacerlo. El procedimiento de
enseñanza de la mente es muy sencillo, pero requiere una atención orientada
hacia el objetivo.
Debes
hacerte la pregunta arriba mencionada como mínimo diez veces a lo largo del
día.
A
cumplir la tarea te ayudará tu Celador interior. Ordénale que te sacuda
constantemente: ¿duermes o no? Al
contestar la pregunta debes estar consciente al máximo para que sea un control
de verdad y no un procedimiento rutinario. Despéjate, mira alrededor, valora la
situación: ¿realmente todo va con total
normalidad u ocurre algo sospechoso?
Si
tienes suficiente obstinación, pronto despertarás dentro de tu sueño.
Tendrás
que persuadirte de que es una tarea bastante difícil: hacerte la pregunta a ti
mismo aunque sea diez veces a lo largo del día. Simplemente olvidarás hacerlo.
Deberías
tener realmente muchas ganas para que te resulte. Dependiendo de la fuerza de
tu intención el sueño lúcido puede ocurrirte dentro de unos pocos días, o
dentro de varios meses.
Si en
casa tienes algún reloj sonoro, te puede ayudar en esta tarea. A lo largo del día,
cada vez que suenen las campanas del reloj, activa tu Celador para que te pregunte
si duermes o no. Las campanas del reloj te servirán de ancla, un enganche que
atrapará tu conciencia. Si escuchas las campanas en el sueño, por costumbre sacudirás
a tu Celador y éste despertará tu mente. Puedes encontrar otros enganches, pero
con la condición de que puedas oírlos mientras duermes. No merece la pena enlazar
la pregunta a las señales que no podrás escuchar en el sueño. Por ejemplo, si
la atas a una llamada telefónica, no podrás hacerte esa pregunta en el sueño
hasta que no sueñes con una llamada telefónica.
En
general, el principio está en crear la costumbre de hacerse constantemente la pregunta
de si lo que está ocurriendo es real o no. No respondas a la pregunta automáticamente,
hazlo conscientemente. Para muchos de los soñantes el factor que despierta su
conciencia es distinguir en el sueño las anomalías, desacuerdos y rarezas.
En la
mayoría de los casos tales cosas se pasan desapercibidas y se interpretan por
el soñante como un fenómeno normal. Precisamente por eso es necesario
acostumbrarse a valorar críticamente la situación y responder concienzudamente
a la pregunta.¿Para qué?
En
primer lugar, al menos es interesante y divertido si el sueño no «ocurre»
simplemente, sino que tú juegas conscientemente a su juego virtual. Eso ya no
es una fantasía sobre la realidad virtual. Ningún juego virtual puede
compararse con lo que puedas hacer en tu sueño lúcido. Y puedes hacer todo lo
que quieras.
Cuando
en el sueño surge una situación indeseada la puedes corregir con un pequeño
esfuerzo de la voluntad. Supongamos que tienes una pesadilla: te persigue alguien
y no hay manera de librarte de él. Si te parece que todo está sucediendo en la realidad,
te resultará difícil deshacerte del perseguidor. Y en cuanto te des cuenta de que
todo no es más que un sueño, lo más probable es que intentes despertarte, normalmente
con dificultad, pero lograrás hacerlo. Sin embargo, existe un modo mucho más
eficaz e interesante de deshacerte de una pesadilla. Si te has dado cuenta de
que lo ocurrido es un sueño, te bastará con mirar al perseguidor y pensar
solamente: «¡Piérdete!» (Ahueca, largo,
vete).
Tu
perseguidor desaparecerá enseguida. Hasta puedes elevarle mentalmente por los
aires y hacerle dar vueltas.
En el
sueño una persona es capaz de controlar completamente todo lo que sucede alrededor
cumpliendo dos simples condiciones. Primero, ha de darse cuenta de que se trata
de un sueño. Segundo, debe saber que «aquí» es posible hacer todo lo que a uno le
plazca. Por ejemplo, despiertas en un sueño y querrás volar. No hay nada más
fácil, bastará sólo con la intención de hacerlo. Aquí la diferencia entre el
deseo y la intención se revela muy claramente. Con un simple deseo de subir al
aire no conseguirás nada, tanto en la realidad como en el sueño.
Tomamos
como ejemplo nuestro deseo de levantar la mano. Dices que quieres levantar la
mano, sin embargo, todavía no lo haces. Y ahora coges y simplemente levantas la
mano. El deseo se trasformó en acción. No estás reflexionando sobre cómo vas a
levantar la mano, sino que simplemente lo haces. Lo mismo en el sueño: simplemente
elévate en el aire con una intención y vuela a donde quieras.
Volvamos
a nuestra pesadilla con el perseguidor. Tienes que comprender que al desear
deshacerte de él, no lo lograrás. Al estar bajo el poder del miedo, los pensamientos
rebobinan rápidamente a todas las variantes posibles del desarrollo de los
acontecimientos y éstos se realizan de inmediato. Estás implicado en un juego cuyas
reglas son establecidas por algo o alguien. Incluso si tomas conciencia de que
es sólo un sueño, no podrás hacer nada mientras no establezcas control sobre
las cosas.
Mientras
interpretas el papel de la víctima pasiva, estás bajo el poder del juego. No importa
que este juego sea fruto de tu propia imaginación.
En
este momento eres un esclavo de tu imaginación, temes y huyes, porque tú mismo
has escogido este papel. Si ahora te detuvieses y quisieras intercambiar los papeles
con tu perseguidor, éste con muchas ganas se pondría de acuerdo contigo y empezaría
a huir de ti. ¿Imaginas toda la comicidad de la situación?
A cualquier
pregunta que empieza por «¿puedo
en el sueño...?», la respuesta será afirmativa. Puedes conversar con cualquier
persona (viva o muerta), hacer lo que te plazca con los participantes y objetos
del sueño, volar hasta otros planetas, resolver problemas, componer melodías,
ensayar, viajar, etcétera. Las drogas fuertes, comparadas con todo eso, son
puras travesuras infantiles. Además, sin perjuicio alguno para la salud. Está
permitido sacar cualquier información de los sueños. Sólo hay una cosa
imposible: sacar un objeto material del sueño a la realidad. En todo caso, personalmente
yo desconozco por completo tales fenómenos.
Si no
recuerdas haber soñado, intenta determinar la orientación de la cabecera de tu cama.
Lo mejor es dormir con la cama orientada hacia el norte. No se puede dormir con
orientación hacia el oeste, es perjudicial para la salud. No puedo explicar con
claridad por qué es así, pero tiene que ver con el campo magnético de la
Tierra. Intenta dormir con orientación hacia el norte, percibirás que los
sueños se vuelven más interesantes y con más colores.
Si
por mucho que intentes, no consigues sueños lúcidos o no tienes ninguna gana de
practicarlo, no te preocupes. Los sueños lúcidos juegan un papel determinado en
la técnica del Transurfing, pero tranquilamente puedes prescindir de ellos.
Además, los sueños conscientes encierran en sí una amenaza disimulada. Bueno,
dirás tú, primero despierta interés, y ahora intenta asustar. Sin embargo, no
tengo otro remedio. Los sueños conscientes son la misteriosa puerta hacia lo
desconocido. Sería una irresponsabilidad por mi parte de no advertirte del
peligro que pueda estar oculto detrás de esa puerta. Pronto sabrás en qué
consiste el peligro.
Capitulo 1
El despertar del sueño.
"El susurro de las estrellas de madrugada"
Autor: Vadin Zelam
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario para que todos podamos conocer y aprender sobre esta práctica del Reality Transurfing.