El
problema es que un objetivo falso, a pesar de todo su atractivo, no te da nada,
salvo decepción. Al obsesionarte con un objetivo falso no conseguirás nada y
tus esfuerzos consumidos sólo servirán para alimentar los péndulos o, cuando
consigas el objetivo, te convencerás de que no lo necesitabas en absoluto.
¿Crees que merece la pena desperdiciar la única posibilidad que nos brinda la
vida y perder el tiempo valioso en corregir errores? A pesar de que la vida
parece ser muy larga, se nos va muy de prisa, sin que nos demos cuenta. Por
ende necesitas aprender a encontrar los objetivos propiamente tuyos, que te
traerán suerte a ti en particular.
No me
gustaría empezar este capítulo con la teoría. Supongo que ya te has cansado de
complejas argumentaciones teóricas. En la medida de lo posible, he intentado
aligerar la prolijidad de lo expuesto, pero temo que no siempre he logrado hacerlo.
Qué le vas a hacer, estamos tratando cuestiones poco ordinarias y las conclusiones
son aún más desconcertantes. Tu mente nunca habría tomado en serio las ideas
del Transurfing, si yo no hubiera presentado alguna argumentación. Pero lo más
difícil se nos quedó atrás, por lo que empezaré este capítulo con las
cuestiones prácticas.
La
búsqueda de ropa es el ejemplo más simple y convincente que hay y, al mismo tiempo,
puede servirte de entrenamiento para tu capacidad de determinar tus propios objetivos.
Recuerda aquellos casos en que compraste una prenda que te pareció apropiada a
primera vista, pero luego dejó de gustarte, o no te quedaba bien, o tenía algún
defecto. Pero otras veces suele ocurrir que apenas ves una prenda, la compras enseguida
sin dudarlo, y hasta hoy sigue gustándote. La diferencia entre estas prendas está
en que la primera es ajena y la segunda es tuya.
La
primera prenda, la que te ha parecido atractiva, estaba destinada a otra
persona.
Puede
que se la vieras puesta a un conocido o a un maniquí. Si una prenda les va bien
a los demás, no significa que a ti te quede igual de bien. Y eso no es un
defecto corporal, sino su cualidad. No es muy bueno ser un maniquí al que todo
le queda bien. Lo que más efecto causa no es la belleza generalmente aceptada,
sino la individualidad bien acentuada.
Sé
que todo esto lo sabes ya y no necesitas que te lo digan otra vez. Pero pierdes
mucho tiempo yendo de tienda en tienda sufriendo sin saber qué comprar. Conocer
modelos de ropa, tener sentido de la moda y hasta buen gusto para vestir no te
sirven de nada. Incluso después de una larga búsqueda, de igual modo, no quedas
del todo satisfecho con la prenda adquirida. Para encontrar siempre exactamente
lo que necesitas, es imprescindible que aprendas a distinguir lo tuyo de lo
ajeno (lo que está ideado para otros). ¿Y cómo se hace? ¡No vas a creer de lo
simple que es!
En
primer lugar, nunca te atormentes con el problema de la elección. Es evidente que
de esta manera se altera el equilibrio. Cuanto más te esfuerces al respecto,
peor será el resultado. No tienes que mirar atentamente las cosas y analizar
sus méritos y faltas. La mente no debe participar en la elección, porque la
mente y sus pensamientos no son tú, sino que son la capa que ha dejado la
influencia de los péndulos. Limítate a pasear y mira alrededor como si
estuvieras en una exposición, sin pensar en nada.
Para
empezar, aclárate a grandes rasgos qué es lo que te gustaría comprar. No hace
falta que imagines todo en detalle. La única descripción debe ser el tipo de
ropa.
Por
ejemplo, si necesitas un abrigo, simplemente proponte como objetivo elegir un abrigo,
y sólo eso, nada de otras condiciones sobrantes. Deja que tu alma elija las cosas,
pues está mucho más próxima a lo que tú eres en realidad. Ella no dejará escapar
ni un mínimo detalle y te indicará, sin falta y a tiempo, la prenda correcta.
Lo sabrás enseguida, en cuanto entre la multitud de ropa veas, o más bien
sientas, aquella que te inspira una simpatía especial.
Enfatizaré
de nuevo: no tienes que analizar por qué esta prenda en concreto ha llamado tu
atención. Simplemente te gusta y nada más, de ella puedes decir: «Es lo que necesito».
La comprarás sin vacilar.
Incluso
si llevas mucho tiempo buscando y no puedes encontrar nada, no dudes: tu prenda
está en alguna de las tiendas. Si no en tercera, la tendrán en la décima. Tu prenda
te espera pacientemente, por tanto, ten tú también un poco de paciencia, no te tortures
con las dudas y no te hagas reproches. Y para que tengas plena confianza en hallar
lo que buscas, te revelaré un secreto sobre cómo diferenciar entre lo de otros
y lo tuyo. Es un modo tan simple como seguro.
Como
ya te he dicho, mientras eliges no tienes que pensar en los defectos y méritos de
las cosas. He aquí que llega el momento de decir tu «sí» o «no» al vendedor. En
este momento estás durmiendo muy profundamente, aun si te parece que no es así.
El sueño es más profundo sobre todo si en ese instante el vendedor o un amigo
tuyo te hablan de esta prenda en concreto.
Mientras
tú tomas la decisión, sólo tu mente trabaja. Ella analiza los defectos y méritos,
organizando su concepción de manera que sea razonable y convincente y, al mismo
tiempo, presta oídos a las opiniones de los demás. La mente está tan absorbida por
este proceso que no presta ninguna atención a los sentimientos del alma. En
este sentido la mente duerme profundamente.
Que
siga así; déjala en paz hasta que haya tomado la decisión. He aquí que la decisión
está tomada. En este momento no escuches a nadie, despiértate
y cobra conciencia: ¿qué sentimientos has
experimentado una vez tomada la decisión? El estado de confort
del alma te indicará la reacción de tu alma respecto a la decisión de la mente.
Como
sabes, el estado de confort del alma no es capaz de dar una respuesta unívoca.
El
alma no siempre sabe exactamente qué es lo que quiere y también puede vacilar.
Si
una prenda te gustó a primera vista y te percataste enseguida, significa que el
alma dijo «sí». Pero después se incorpora la mente y empieza a analizar y
justificar la elección. Si como resultado del análisis la mente también dijo
que sí, significa que esta prenda es tuya. Pero si has decidido comprar la
prenda, no porque te haya gustado a primera vista, sino porque te resulta
oportuno comprarla, en este caso tendrás que prestar especial atención a
cualquier mínima incomodidad del alma. El alma siempre sabe
a la perfección qué es lo que no quiere.
Si
vacilas, si en esta prenda hay siquiera algo que despierte en ti una ligera inquietud
o incomodidad, si tienes una sombra de duda u opresión, significa que esta cosa
es ajena. La mente intentará persuadirte y describir de manera pintoresca todos
los méritos de esa prenda. Si te pillas a ti mismo persuadiéndote, si intentas convencerte
de que el corte de esa prenda te queda bien y es de tu talla, puedes dejarla
ahí mismo y sin lástima, pues eso no es para ti.
El
criterio unívoco de la elección consiste en una simple frase: si
debes convencerte, significa que la prenda es ajena. Recuerda,
si la cosa es tuya, no tendrás que estar convenciéndote.
Y
para terminar, ¿merece la pena prestar oídos a los opiniones de los demás a la hora
de elegir? Yo creo que no. Salvo tú mismo, nadie podrá elegir precisamente lo tuyo.
Si la prenda te ha gustado incondicionalmente, puedes estar absolutamente seguro
de que a los demás les fascinará vértela puesta.
Sobre
los precios, sólo puedo decirte que no necesariamente tu prenda estará en las
tiendas caras. Aunque si es así, el Transurfing te ayudará eliminar de tu vida
el problema del dinero. Si defines tu objetivo y
procuras alcanzar ese objetivo, y no
el dinero, entonces el dinero viene por sí mismo y, además, en exceso.
Como
estás viendo, el proceso de elección abarca todos los principios básicos del Transurfing. Paseas por una tienda como
si fuera una exposición, simplemente observas y no te propones encontrar
obligatoriamente algo. De esta manera renuncias al deseo de lograr el objetivo.
Estás tranquilo y consciente de que tu prenda te espera en algún sitio y sabes
perfectamente cómo distinguirla de una ajena. De este modo la importancia está
en el nivel mínimo. Despiertas inmediatamente después de haber tomado la
decisión y te das cuenta de todo el proceso. Así resulta que actúas conscientemente
y tú mismo determinas el guión del juego. Al tomar la decisión definitiva,
confía en el estado de confort del alma. Y no te equivocarás, porque en este inestable
mundo existe un gran apoyo: la unidad del alma y la mente. Y finalmente, te facilitarás
mucho el asunto si confías en la corriente de las variantes en vez de ocuparte de
plantear severamente las cosas, comprometerte e insistir obstinadamente en lo
tuyo.
La
vida es una fiesta alegre, si uno se lo permite. Tranquilamente y sin insistir,
toma lo tuyo.
Pues
ya está: ahora posees una técnica simple, pero potente. Puedes ir tranquilamente
de tiendas; aun si este día no compraste nada, significa que te has protegido
de una cosa ajena. Estarás tranquilo y seguro de ti mismo, porque sabes que lo
tuyo está en algún lugar esperándote. Sin duda alguna, lo encontrarás. Lo
importante es que no olvides despertarte y cobrar conciencia de tus sensaciones
antes de responder un «sí» o un «no».
En el
caso de que elijas ropa para otra persona, por ejemplo, para tu hijo, esta técnica
no funciona. Para ser más exacto, funciona, pero no con tanta precisión. Tu alma
no puede elegir una prenda destinada a otro. Por tanto, sólo queda guiarse por consideraciones
prácticas. Pero al mismo tiempo, deja al niño la posibilidad de elegir la prenda
por su propia cuenta. Los niños, a diferencia de los adultos, son capaces de encontrar
sus cosas.
Por
supuesto, esta técnica es aplicable no sólo para buscar ropa, sino también en cualquier
otro caso, cuando tienes que elegir algo para ti. Y me gustaría mucho confiar en
que este libro que tienes entre las manos es tuyo.
CAPÍTULO IV - OBJETIVOS Y PUERTAS...
Cómo elegir tu ropa.
"El susurro de las estrellas de madrugada"
VOLUMEN II
Vadim Zeland
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