Cómo elegir tu ropa.







El problema es que un objetivo falso, a pesar de todo su atractivo, no te da nada, salvo decepción. Al obsesionarte con un objetivo falso no conseguirás nada y tus esfuerzos consumidos sólo servirán para alimentar los péndulos o, cuando consigas el objetivo, te convencerás de que no lo necesitabas en absoluto. ¿Crees que merece la pena desperdiciar la única posibilidad que nos brinda la vida y perder el tiempo valioso en corregir errores? A pesar de que la vida parece ser muy larga, se nos va muy de prisa, sin que nos demos cuenta. Por ende necesitas aprender a encontrar los objetivos propiamente tuyos, que te traerán suerte a ti en particular.

No me gustaría empezar este capítulo con la teoría. Supongo que ya te has cansado de complejas argumentaciones teóricas. En la medida de lo posible, he intentado aligerar la prolijidad de lo expuesto, pero temo que no siempre he logrado hacerlo. Qué le vas a hacer, estamos tratando cuestiones poco ordinarias y las conclusiones son aún más desconcertantes. Tu mente nunca habría tomado en serio las ideas del Transurfing, si yo no hubiera presentado alguna argumentación. Pero lo más difícil se nos quedó atrás, por lo que empezaré este capítulo con las cuestiones prácticas.

La búsqueda de ropa es el ejemplo más simple y convincente que hay y, al mismo tiempo, puede servirte de entrenamiento para tu capacidad de determinar tus propios objetivos. Recuerda aquellos casos en que compraste una prenda que te pareció apropiada a primera vista, pero luego dejó de gustarte, o no te quedaba bien, o tenía algún defecto. Pero otras veces suele ocurrir que apenas ves una prenda, la compras enseguida sin dudarlo, y hasta hoy sigue gustándote. La diferencia entre estas prendas está en que la primera es ajena y la segunda es tuya.

La primera prenda, la que te ha parecido atractiva, estaba destinada a otra persona.
Puede que se la vieras puesta a un conocido o a un maniquí. Si una prenda les va bien a los demás, no significa que a ti te quede igual de bien. Y eso no es un defecto corporal, sino su cualidad. No es muy bueno ser un maniquí al que todo le queda bien. Lo que más efecto causa no es la belleza generalmente aceptada, sino la individualidad bien acentuada.

Sé que todo esto lo sabes ya y no necesitas que te lo digan otra vez. Pero pierdes mucho tiempo yendo de tienda en tienda sufriendo sin saber qué comprar. Conocer modelos de ropa, tener sentido de la moda y hasta buen gusto para vestir no te sirven de nada. Incluso después de una larga búsqueda, de igual modo, no quedas del todo satisfecho con la prenda adquirida. Para encontrar siempre exactamente lo que necesitas, es imprescindible que aprendas a distinguir lo tuyo de lo ajeno (lo que está ideado para otros). ¿Y cómo se hace? ¡No vas a creer de lo simple que es!

En primer lugar, nunca te atormentes con el problema de la elección. Es evidente que de esta manera se altera el equilibrio. Cuanto más te esfuerces al respecto, peor será el resultado. No tienes que mirar atentamente las cosas y analizar sus méritos y faltas. La mente no debe participar en la elección, porque la mente y sus pensamientos no son tú, sino que son la capa que ha dejado la influencia de los péndulos. Limítate a pasear y mira alrededor como si estuvieras en una exposición, sin pensar en nada.

Para empezar, aclárate a grandes rasgos qué es lo que te gustaría comprar. No hace falta que imagines todo en detalle. La única descripción debe ser el tipo de ropa.
Por ejemplo, si necesitas un abrigo, simplemente proponte como objetivo elegir un abrigo, y sólo eso, nada de otras condiciones sobrantes. Deja que tu alma elija las cosas, pues está mucho más próxima a lo que tú eres en realidad. Ella no dejará escapar ni un mínimo detalle y te indicará, sin falta y a tiempo, la prenda correcta. Lo sabrás enseguida, en cuanto entre la multitud de ropa veas, o más bien sientas, aquella que te inspira una simpatía especial.

Enfatizaré de nuevo: no tienes que analizar por qué esta prenda en concreto ha llamado tu atención. Simplemente te gusta y nada más, de ella puedes decir: «Es lo que necesito». La comprarás sin vacilar.
Incluso si llevas mucho tiempo buscando y no puedes encontrar nada, no dudes: tu prenda está en alguna de las tiendas. Si no en tercera, la tendrán en la décima. Tu prenda te espera pacientemente, por tanto, ten tú también un poco de paciencia, no te tortures con las dudas y no te hagas reproches. Y para que tengas plena confianza en hallar lo que buscas, te revelaré un secreto sobre cómo diferenciar entre lo de otros y lo tuyo. Es un modo tan simple como seguro.

Como ya te he dicho, mientras eliges no tienes que pensar en los defectos y méritos de las cosas. He aquí que llega el momento de decir tu «sí» o «no» al vendedor. En este momento estás durmiendo muy profundamente, aun si te parece que no es así. El sueño es más profundo sobre todo si en ese instante el vendedor o un amigo tuyo te hablan de esta prenda en concreto.
Mientras tú tomas la decisión, sólo tu mente trabaja. Ella analiza los defectos y méritos, organizando su concepción de manera que sea razonable y convincente y, al mismo tiempo, presta oídos a las opiniones de los demás. La mente está tan absorbida por este proceso que no presta ninguna atención a los sentimientos del alma. En este sentido la mente duerme profundamente.

Que siga así; déjala en paz hasta que haya tomado la decisión. He aquí que la decisión está tomada. En este momento no escuches a nadie, despiértate y cobra conciencia: ¿qué sentimientos has experimentado una vez tomada la decisión? El estado de confort del alma te indicará la reacción de tu alma respecto a la decisión de la mente.
Como sabes, el estado de confort del alma no es capaz de dar una respuesta unívoca.

El alma no siempre sabe exactamente qué es lo que quiere y también puede vacilar.
Si una prenda te gustó a primera vista y te percataste enseguida, significa que el alma dijo «sí». Pero después se incorpora la mente y empieza a analizar y justificar la elección. Si como resultado del análisis la mente también dijo que sí, significa que esta prenda es tuya. Pero si has decidido comprar la prenda, no porque te haya gustado a primera vista, sino porque te resulta oportuno comprarla, en este caso tendrás que prestar especial atención a cualquier mínima incomodidad del alma. El alma siempre sabe a la perfección qué es lo que no quiere.

Si vacilas, si en esta prenda hay siquiera algo que despierte en ti una ligera inquietud o incomodidad, si tienes una sombra de duda u opresión, significa que esta cosa es ajena. La mente intentará persuadirte y describir de manera pintoresca todos los méritos de esa prenda. Si te pillas a ti mismo persuadiéndote, si intentas convencerte de que el corte de esa prenda te queda bien y es de tu talla, puedes dejarla ahí mismo y sin lástima, pues eso no es para ti.

El criterio unívoco de la elección consiste en una simple frase: si debes convencerte, significa que la prenda es ajena. Recuerda, si la cosa es tuya, no tendrás que estar convenciéndote.

Y para terminar, ¿merece la pena prestar oídos a los opiniones de los demás a la hora de elegir? Yo creo que no. Salvo tú mismo, nadie podrá elegir precisamente lo tuyo. Si la prenda te ha gustado incondicionalmente, puedes estar absolutamente seguro de que a los demás les fascinará vértela puesta.

Sobre los precios, sólo puedo decirte que no necesariamente tu prenda estará en las tiendas caras. Aunque si es así, el Transurfing te ayudará eliminar de tu vida el problema del dinero. Si defines tu objetivo y procuras alcanzar ese objetivo, y no el dinero, entonces el dinero viene por sí mismo y, además, en exceso.

Como estás viendo, el proceso de elección abarca todos los principios básicos del Transurfing. Paseas por una tienda como si fuera una exposición, simplemente observas y no te propones encontrar obligatoriamente algo. De esta manera renuncias al deseo de lograr el objetivo. Estás tranquilo y consciente de que tu prenda te espera en algún sitio y sabes perfectamente cómo distinguirla de una ajena. De este modo la importancia está en el nivel mínimo. Despiertas inmediatamente después de haber tomado la decisión y te das cuenta de todo el proceso. Así resulta que actúas conscientemente y tú mismo determinas el guión del juego. Al tomar la decisión definitiva, confía en el estado de confort del alma. Y no te equivocarás, porque en este inestable mundo existe un gran apoyo: la unidad del alma y la mente. Y finalmente, te facilitarás mucho el asunto si confías en la corriente de las variantes en vez de ocuparte de plantear severamente las cosas, comprometerte e insistir obstinadamente en lo tuyo.

La vida es una fiesta alegre, si uno se lo permite. Tranquilamente y sin insistir, toma lo tuyo.
Pues ya está: ahora posees una técnica simple, pero potente. Puedes ir tranquilamente de tiendas; aun si este día no compraste nada, significa que te has protegido de una cosa ajena. Estarás tranquilo y seguro de ti mismo, porque sabes que lo tuyo está en algún lugar esperándote. Sin duda alguna, lo encontrarás. Lo importante es que no olvides despertarte y cobrar conciencia de tus sensaciones antes de responder un «sí» o un «no».

En el caso de que elijas ropa para otra persona, por ejemplo, para tu hijo, esta técnica no funciona. Para ser más exacto, funciona, pero no con tanta precisión. Tu alma no puede elegir una prenda destinada a otro. Por tanto, sólo queda guiarse por consideraciones prácticas. Pero al mismo tiempo, deja al niño la posibilidad de elegir la prenda por su propia cuenta. Los niños, a diferencia de los adultos, son capaces de encontrar sus cosas.


Por supuesto, esta técnica es aplicable no sólo para buscar ropa, sino también en cualquier otro caso, cuando tienes que elegir algo para ti. Y me gustaría mucho confiar en que este libro que tienes entre las manos es tuyo.

CAPÍTULO IV - OBJETIVOS Y PUERTAS...
Cómo elegir tu ropa.
"El susurro de las estrellas de madrugada"
VOLUMEN II
Vadim Zeland

Intención exterior


La intención es la simultaneidad del deseo y la acción. Todos conocemos la sensación de la intención de hacer algo por los esfuerzos propios: es la intención interior. Más difícil es propagar la acción de la intención al mundo exterior.

Eso es la intención exterior. Con su ayuda podrás regir el mundo. Para ser más exacto, serás capaz de elegir el modo en el que quieres que se comporte el mundo circundante, definir el guión y los decorados.

La idea de la intención exterior está inseparablemente relacionada con el modelo de las variantes. Normalmente se atribuye a la magia o los fenómenos paranormales aquellas manipulaciones del tiempo, espacio y materia que no admiten ninguna explicación lógica. Pues precisamente estos fenómenos nos demuestran el funcionamiento de la intención exterior: la intención exterior está dirigida al proceso de elección de la línea de la vida en el espacio de las variantes.

La intención interior no es capaz de convertir un manzano, al que contemplas paseando por un sendero, en un peral. La intención exterior tampoco convierte una cosa en otra, sino que en el espacio de las variantes elige un sendero con el peral en vez de manzano y efectúa la transición. De esta manera, un manzano es sustituido por el peral. Al manzano mismo no le ocurre nada, simplemente se hace un remplazo: la realización material se traslada en el espacio de las variantes de una línea a otra.

Ninguna fuerza tiene capacidades mágicas para convertir realmente un objeto en otro: es lo que pretende la intención interior, pero sus capacidades son muy limitadas.
Si intentaras mover mentalmente el lápiz por la mesa, no resultará. Pero si tienes la firme intención de imaginar que se mueve, tal vez logres hacerlo. Supongamos que conseguiste mover el lápiz de su sitio (al menos, las personas con dotes extrasensoriales obtienen algunos resultados). Lo que voy a decirte a continuación puede que te parezca un tanto terrible y extraño. ¡En realidad el lápiz no se mueve! Y, al mismo tiempo, no es una ilusión. En el primer caso intentas mover el lápiz con la energía de tus pensamientos. Esa energía no es suficiente para trasferir un objeto material. En segundo caso te deslizas por las líneas de la vida en las que el lápiz tiene diferentes posiciones. ¿Notas la diferencia?

He aquí un lápiz sobre la mesa. Con la fuerza de la intención imaginas que el lápiz empieza a moverse. Tu intención escanea los sectores del espacio en los que el lápiz ocupa cada vez una posición nueva. Si la emisión mental tiene suficiente fuerza, el lápiz se materializa sucesivamente en los puntos nuevos del espacio real. Con eso se mueve sólo «la capa del lápiz» aislada, mientras que las demás capas, entre las cuales está la capa del observador, se quedan inmóviles. No es el objeto mismo el que se mueve, sino que se mueve su realización en el espacio de las variantes.

No es de extrañar que a ti no te resulte nada. Casi todas las personas tienen muy mal desarrolladas semejantes capacidades. Ni siquiera se trata de tu energética débil, sino que resulta muy difícil creer en esa posibilidad y, por tanto, despertar en sí la intención exterior pura. Personas dotadas con capacidades telequinéticas no mueven objetos. Ellos tienen la capacidad única dirigir su energía con la fuerza de la intención para mover la realización material en el espacio de las variantes.

Todo lo que está relacionado con la intención exterior solemos considerarlo como mística, magia o, en mejor de los casos, fenómenos inexplicables, cuyos testimonios se guardan con éxito en estanterías cubiertas de polvo. La concepción del mundo común rechaza terminantemente semejantes cosas. Lo irracional siempre provoca un peculiar miedo. Semejante miedo y entumecimiento es lo que experimentan las personas al encontrarse con los ovnis. Un fenómeno inexplicable está tan lejos de la realidad habitual que no queremos siquiera creer en su existencia. Y, al mismo tiempo, todos esos fenómenos tienen una audacia tan desconcertante de ser reales que despiertan terror.

La intención exterior es precisamente aquel caso de «Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma». ¿Y tú qué has pensado, que es una simple broma? El trabajo de la intención exterior no tiene por qué estar necesariamenteacompañado por los fenómenos paranormales. En la vida cotidiana nos encontramos constantemente con los resultados de actitud de la intención exterior. En particular, nuestros recelos y peores temores se realizan precisamente por la intención exterior.

Pero como en este caso la intención trabaja independientemente de nuestra voluntad, no somos conscientes de cómo ocurre todo. Manejar la intención exterior es mucho más difícil que manejar la interior.
Imagínate que desembarcas en una isla y te encuentras con hombres salvajes.
Ahora tu vida depende de tu comportamiento. La variante primera: eres la víctima. Te disculpas, los obsequias con regalos, te defiendes justificándote, coqueteas con ellos.
En este caso tu destino es ser comido. La variante segunda: eres el conquistador.
Revelas la agresividad, atacas, intentas someter a los salvajes a tu voluntad. Tu destino es vencer o morir. La variante tercera: te ofreces como el amo, gobernador.
Tiendes tu dedo como un todopoderoso y todo el mundo te obedece. Si no tienes ninguna duda sobre tu propio poderío, los demás también pensarán que la cosa no puede ser de otra manera. Tu emisión mental está sintonizada con las líneas de la vida donde eres el gobernante.

Las dos primeras variantes corresponden al funcionamiento de la intención interior, la tercera variante nos demuestra el trabajo de la exterior. La intención exterior simplemente elige la variante necesaria.
La mosca, que se golpea contra el cristal al lado de un postigo abierto, tiene la intención interior. ¿Qué crees que será la intención exterior para ella? Sin querer surge la respuesta: salir volando por el postigo; sin embargo, no es así. Si se aleja volando hacia atrás y mira alrededor, podrá ver una ventana cerrada y un postigo abierto. Para la mosca eso será simplemente una visión de la realidad más ampliada. La intención exterior en su estado puro abre delante de la mosca toda la ventana.

La intención interior corresponde a cualquier intento de influir sobre el mundo circundante en una misma línea. Todo, lo que sea posible dentro de los márgenes de un sector separado del espacio de las variantes, está descrito por las conocidas leyes de las ciencias naturales y cabe en los marcos de la ideología material. La intención exterior concierne a los intentos de elegir una línea de la vida donde lo deseado se realiza.

Ahora debes comprender que volar atravesando la ventana cerrada es la intención interior. En cuanto a la intención exterior, es pasar a la línea de la vida donde la ventana se abre. Puedes aplicar enormes esfuerzos para mover el lápiz con la fuerza mental.
Pero también puedes, con sólo una intención exterior, escanear el espacio de las variantes con diferentes posiciones del lápiz.
Supongamos que estás seguro de que no podrás encontrar un sitio en el aparcamiento del supermercado en víspera de Navidad. La intención interior afirma: de dónde quieres que aparezca una plaza, si todo el mundo está de compras. Mientras que la intención exterior admite con toda evidencia que llegas al supermercado y en ese preciso momento se libera un sitio para ti. No es que la intención exterior crea firme e inquebrantablemente en tal posibilidad, sino que, simplemente, de manera incondicional e impasible toma lo que le pertenece.
La intención exterior es algo nacido de una improvisación como un rayo de luz. Es totalmente inútil prepararse para la intención exterior. Todos los ritos mágicos están orientados para llamar a la intención exterior propiamente dicha. Pero el rito sólo es una preparación para la magia, un preludio teatral, un decorado. Imagínate que sueñas con bajar volando desde el acantilado y, para no caer, debes llamar a la intención para quedarte suspendido en el aire. No hay tiempo para prepararte y decir conjuros. Nada más proponte a volar y volarás.

Encantamientos y conjuros mágicos sólo ayudan a despertar aquella fuerza que posee cada uno, pero que no es capaz de usar.
Desgraciadamente el hombre moderno ha perdido casi por completo la capacidad de manejar la intención exterior. Hasta se las ingenió para olvidar definitivamente que alguna vez la poseyó. Sólo en antiguas leyendas se menciona vagamente alguna información sobre el hecho. Hoy en día incluso es inútil molestarse en intentar demostrar que las pirámides egipcias y otras construcciones semejantes fueron edificadas con ayuda de la intención exterior. Será aceptada cualquier hipótesis menos ésa. Me parece que a los constructores de las pirámides les resultaría muy gracioso saber que sus descendientes, al considerar a sus antiguos predecesores como civilización atrasada, echarían los hígados intentando resolver su enigma sólo dentro de los límites de la intención interior.

Pero la gente todavía no está privada del todo de la intención exterior. Simplemente está bloqueada muy fijamente. Todo lo que por costumbre consideramos como magia, no es otra cosa sino intentos de trabajar con la intención exterior. Hace cientos de años los alquimistas intentaban encontrar sin mucho éxito la piedra filosofal que convierte cualquier objeto en oro. Multitud de libros confusos y complicados de entender están dedicados a la alquimia. Pero en realidad, como dice la leyenda, el secreto de la piedra filosofal cabe en unas cuantas líneas, esculpidas en una lámina de esmeralda, llamada la tabla de esmeralda. Pero, ¿para qué existen tantos libros? Probablemente para comprender esas pocas líneas.

Tal vez hayas escuchado hablar sobre el Santo Grial. Muchos andaban a la caza de él, incluso los representantes del Tercer Reich (el III Imperio alemán). Constantemente circulan leyendas sobre semejantes atributos que supuestamente otorgan la fuerza y el poder ilimitados. Qué error tan ingenuo. Ningún objeto es capaz de dar fuerza. Los fetiches, conjuros e otras cositas mágicas por sí mismos no tienen ninguna fuerza. La fuerza está en la intención exterior de las personas que las utilizan. Los atributos sólo en cierto grado ayudan a la subconsciencia a encender los gérmenes de la intención exterior adormilados y poco desarrollados. La fe en la fuerza mágica de los atributos crea el impulso que despierta la intención exterior.

Las civilizaciones antiguas llegaron a tal perfección que prescindían de cualquier rito mágico. Naturalmente, tal poder creaba un potencial excesivo fortísimo. Por ende las civilizaciones, como la de la Atlántida, que descubrían los secretos de la intención exterior, de vez en cuando se aniquilaban por las fuerzas equiponderantes. Los vestigios del conocimiento oculto llegaron hasta nosotros como prácticas mágicas, cuyo propósito es reconstruir lo perdido. Sin embargo, sólo son intentos flojos y superficiales que van por el camino equivocado de la intención interior. La esencia de la fuerza y el poder -la intención exterior- sigue siendo un misterio.

“Los péndulos nos indujeron a desarrollar prioritariamente la intención interior y a perder la exterior, puesto que se alimentan de la energía de la intención interior”.

Controlar la intención exterior sólo es posible cumpliendo la condición de estar completamente libre de los péndulos. Podemos decir que en este caso los péndulos alcanzaron la victoria definitiva sobre el ser humano.
Pues bien, hemos averiguado que la naturaleza de la energía mental orientada a alcanzar el objetivo se revela en tres formas: el deseo, la intención interior y la intención exterior.

El deseo es la concentración de la atención en el objetivo mismo. Como ves, el deseo no tiene ninguna fuerza. Puedes pensar en tu objetivo, desearlo el tiempo que quieras, pero nada cambiará por eso. La intención interior es la concentración de la atención en el proceso de obtención del objetivo. Es lo que funciona ya, pero requiere muchos esfuerzos.

 La intención exterior es la concentración de atención en cómo el objetivo se realiza por sí mismo. La intención exterior simplemente permite al objetivo realizarse por sí solo. Eso implica tu firme convicción de que la variante de realización del objetivo ya existe, sólo te queda elegirla.

Con la intención interior el objetivo se alcanza, mientras que con la exterior, se elige.
La intención interior podemos caracterizarla con la siguiente fórmula: «Yo insisto en que...». La intención exterior sigue una regla totalmente distinta: «Las circunstancias son así que...» o «Resulta así que...». La diferencia es enorme. En primer caso actúas activamente sobre el mundo de manera que se someta a tu voluntad. En segundo caso ocupas la postura de un observador imparcial y todo sucede según tu voluntad, pero como si ocurriera por sí mismo. Tú no cambias nada, sino que eliges. La capacidad de volar en el sueño ocurre precisamente según la fórmula: «Resulta así que estoy volando», y no: «Insisto en que yo vuelo».

  • La intención interior trata de conseguir el objetivo a campo traviesa, sin rodeos.
  • La intención exterior está dirigida al proceso de realización independiente del objetivo.
  • La intención exterior no tiene prisa en alcanzar el objetivo: lo tiene ya en su bolsillo. El hecho que el objetivo será alcanzado no se pone en absoluto en duda y no se discute.
  • La intención exterior a sangre fría, inflexible, impasible e inevitablemente mueve el objetivo hacia su realización.


Para distinguir dónde trabaja tu intención interior y dónde la exterior, utiliza comparaciones bilaterales, algo así como: intentas obtener algo de este mundo —él mismo te da lo que quieras; luchas por tu lugar bajo el sol - el mundo te abre sus brazos; estás forzando la puerta cerrada — la puerta por sí sola se abre de par en par delante de ti; intentas atravesar la pared — la pared se abre delante de ti; intentas llamar a tu vida ciertos acontecimientos — éstos vienen a tu vida por sí solos. Hablando en general, con la intención interior intentas mover tu realización respecto al espacio de las variantes; mientras que la intención exterior mueve el espacio de las variantes mismo de tal modo que tu realización aparece en el sitio adecuado. ¿Comprendes cuál es la diferencia? El resultado es el mismo, pero las vías para conseguirlo son totalmente distintas.

Si tus acciones pueden describirse con la segunda parte de esas comparaciones, quiere decir que has atrapado la intención exterior. Al luchar, intentas empujar por fuerza tu realización en el espacio de las variantes; en cambio, cuando eliges, el espacio mismo va a tu encuentro. Por supuesto, el espacio de las variantes por su propia iniciativa no va a moverse respecto a tu realización. Para eso tendrías que emprender ciertas acciones. Sin embargo, esas acciones se encuentran fuera de los límites de las ideas universalmente admitidas y a las que estamos acostumbrados. A lo largo de todo el libro voy a facilitarte ejemplos de la diferencia en los enfoques de la intención interior y la intención exterior. La intención exterior es la piedra angular del Transurfing que oculta la clave de la Adivinanza del Celador, es decir, la razón por la que no hay que luchar contra ese mundo sino simplemente elegir lo que uno quiere.

Para la intención exterior no hay nada imposible. También en la vida real puedes volar o, digamos, andar sobre el agua, si tienes la intención exterior de Jesucristo. Con eso las leyes físicas no se perturban de ninguna manera. La cosa está en que las leyes físicas funcionan en un sector determinado de la realización material. La actividad de intención exterior se revela en su movimiento a través de diferentes sectores del espacio de las variantes. Es imposible volar en los límites de un sector realizado. Para ello necesitarás contrarrestar la atracción terrestre, y eso es el trabajo de la intención interior que requiere gastos de energía para superar la fuerza de gravedad. Un vuelo libre, tanto en el sueño como en la realidad, no es tu movimiento real en el espacio material, sino es más bien es el cambio de la ubicación de tu realización. En otras
palabras, el cuerpo se materializa sucesivamente en nuevos puntos del espacio físico.

También se puede decir que no eres tú quien vuela a través del espacio, sino que el espacio se mueve respecto a ti según la elección de tu intención exterior.

Lo más probable es que eso no sea del todo correcto, pero no vayamos a profundizar en la teoría de relatividad. Sólo podemos intuir cómo en realidad sucede todo.

Para poder volar has de tener una fe incondicional en que puedes hacerlo. ¿Por qué crees que Jesucristo dijo de una forma tan rotunda y simple: «Tendrás según tu fe»?
Porque no somos capaces de obtener o hacer nada sin tener la intención. Y sin intención no hay fe. No podríamos dar siquiera un paso si no tuviéramos fe en que es posible. No obstante, resulta imposible convencer a la mente, al menos en su estado habitual, que así como en el sueño, somos capaces de volar en la realidad. Algunos yoguis de la India, mientras meditan, logran elevar sus cuerpos sobre el suelo.
(Personalmente yo desconozco otras manifestaciones de levitación fidedignas.) Quizá su intención les llegue sólo para sintonizarse con el movimiento de las variantes en las que el cuerpo queda suspendido en el aire. Teniendo en cuenta las enormes posibilidades de los yoguis en comparación con las de la gente corriente, puedes imaginar qué difícil es someter la intención exterior a tu voluntad.

En el sueño la mente dormida todavía es capaz de admitir la posibilidad de volar, pero al estar consciente le es algo inconcebible, por mucho que intentes convencerte de lo contrario. Ha de haber no solamente fe, sino conocimiento. La fe implica la probabilidad de dudas. Donde hay fe, también hay lugar para incertidumbre. Pero el conocimiento excluye cualquier duda. No dudas que la manzana que has tirado caiga al suelo, ¿verdad? Tú no crees en eso, sino que lo sabes. La intención exterior pura está libre de dudas, por lo tanto también de fe. Si para volar en el sueño basta sólo con una alusión a la intención exterior, en el mundo de la realización material inerte la intención debe ser absolutamente pura. Pero que no te apesadumbre la imposibilidad de obtener la intención pura. Para realizar tu objetivo bastará con una intención de la «segunda calidad». Sólo necesitarás un cierto tiempo para que la realización inerte se
«desenrolle».

En el contexto de la intención exterior surge una pregunta interesante: ¿qué es la hipnosis? Me resulta difícil decir con exactitud si es el resultado de trabajo de la intención interior o exterior. La cantidad de energía mental es evidentemente escasa para mover los objetivos, incluso los más ligeros, con la fuerza de la intención interior.
Sin embargo, esa energía es completamente suficiente para traspasar diferentes sugestiones de una persona a otra. En algunas personas podemos observar la capacidad claramente marcada de dirigir un flujo energético bastante potente. Si ese flujo se modela con determinados pensamientos, es capaz de producir el efecto de sugestión en la persona a la que está dirigido. Espero que no pienses que el hipnotizador se maneja sólo con una mirada magnética o pases libres de las manos. Además, para influir energéticamente no siempre es imprescindible tener un contacto visual o verbal.

Sin embargo, que yo sepa, la hipnosis tiene efecto generalmente en distancias cortas. Así, sería natural suponer que la hipnosis es el resultado de trasmisión de energía mental con ayuda de la intención interior. En aquellos casos en los que la hipnosis funciona a largas distancias, la intención exterior, sin lugar a duda, juega un papel importante, a menos que esté involucrado cualquier otro mecanismo.

Para sentir la intención exterior, es imprescindible escaparse del lecho de Procusto de ideas y sensaciones acostumbradas. La mente existe dentro de los reducidos límites de la concepción tradicional. Es muy difícil escaparse fuera de esos límites, porque a su vez, sólo con la intención exterior es posible realizar tal escapada. La mente no cederá sus posiciones así, sin más. Resulta ser un círculo cerrado: para alcanzar la intención exterior se necesita tener la intención exterior misma. En eso consiste toda la dificultad.

Temo decepcionar a algunos lectores al decir que no conozco ningún ejercicio para desarrollar la intención exterior. El propósito de tales ejercicios tal vez pudiera llamarse algo como: «tener la intención de hacerse con la intención». La única posibilidad de comprender con más profundidad la naturaleza de la intención exterior es practicar los sueños lúcidos. En la vida real, en vez de ejercicios, puedo ofrecerte que practiques la vida lúcida. Lo que no significa entrenarse, sino vivir directamente mediante la intención exterior. La realidad se distingue del sueño sólo por la inercia de la realización material en el espacio de las variantes. Todo lo demás es lo mismo.

Puedes preguntar: ¿si no somos capaces de manejar la intención exterior, entonces con qué podemos contar? Desde luego, es poco probable que seas capaz de mover los bloques de muchas toneladas. Pero con el tiempo, es posible superar la inercia del mundo material. El camino normal y corriente para obtener los objetivos se basa en la intención interior. La esencia del Transurfing consiste en algo contrario: renunciar a la intención interior y utilizar la exterior.

Es difícil trazar una línea de demarcación donde se acabe la intención interior y empiece la exterior. La intención interior se convierte en la exterior cuando la conciencia se une, se concuerda, se funde con el subconsciente. Esa línea es muy imperceptible.
La sensación surgida se parece a la caída libre o a la sensación que tuviste cuando por primera vez lograste montar en bicicleta sin caerte. Pero esa sensación se explica mejor con la sensación de volar en el sueño, cuando te elevas intencionadamente al aire.
La conciencia está unida y totalmente concordada con el subconsciente en un determinado segmento limitado. Te resulta fácil mover los dedos de las manos, un poco más difícil mover los dedos de los pies, más difícil las orejas, y casi imposible mover tus órganos interiores. La intención exterior está desarrollada aún menos.

Concordar la conciencia y el subconsciente en la intención de despegarse de la tierra y volar es tan difícil que se considera una tarea prácticamente imposible.
Nosotros proponemos objetivos más prosaicos. La levitación es la revelación superior de la intención exterior pura. Pero la fuerza de la intención exterior es tan grande que incluso una ínfima cantidad es suficiente para obtener resultados considerables. En la vida cotidiana la intención exterior actúa independientemente de nuestra voluntad y a menudo nos está perjudicando. Ese efecto perjudicial puede manifestarse, por ejemplo, como realización de nuestros peores temores. Hemos discutido ya las situaciones en las que el hombre obtiene lo que no quiere.

Por un lado te persigue lo que recelas, odias, de lo que quieres escapar. Así sucede porque la
emisión mental sintonizada a los hechos indeseables, te traslada al sector en el que tiene lugar precisamente este hecho. Pero, por el otro lado, no te propones tener lo indeseado, ¿verdad? ¿Dónde está en este caso el trabajo de la intención?

La intención interior está orientada a evitar lo indeseado. Todo lo que te preocupa, te inspira temor y animadversión, te toca en lo vivo. Lo quieres evitar con toda el alma. La mente teme — el alma recela más todavía; la mente siente animadversión — el alma tampoco está en contra de sentir lo mismo; la mente odia — el alma odia aún más. El alma y la mente son totalmente unánimes. La intención exterior se despierta justamente en el momento en el que tu conciencia y el subconsciente se sintonizan entre sí. Lo único que, en este caso, la intención exterior no está orientada hacia donde tú lo necesitas. Aunque no sería del todo correcto hablar de la orientación de la intención exterior. Si la intención interior tiene la orientación exacta: evitar lo indeseado; la intención exterior no indica la dirección, sino, más bien, luz verde para que se realice aquelo en lo que están sintonizados el alma y la mente. Y éstos coinciden sólo en una
cosa: la valoración del acontecimiento. No importa si el acontecimiento es deseado o no. La intención exterior ve la unidad del alma y la mente y solamente elige el sector correspondiente en el espacio de las variantes.

Por desgracia, en la vida el alma y la mente se unen con más frecuencia para rechazar algo.

Por ende la realización de nuestros peores temores es la ilustración más característica del trabajo de la intención exterior. La gente, como norma general, tiene una idea muy confusa de lo que desea con toda el alma, pero sabe muy bien qué es lo que quiere evitar. Para someter la intención exterior a tu voluntad, es necesario conseguir el acuerdo entre el alma y la mente en las aspiraciones positivas, y excluir todos los pensamientos negativos. Ya sabes qué perjudicial para la vida puede resultar nuestra predisposición para lo negativo. Al expresar el disgusto y el rechazo, te expones a la acción de las fuerzas equiponderantes, caes en la dependencia de los
péndulos destructivos y orientas tu emisión mental hacia los sectores negativos del espacio de las variantes. La intención exterior formada por lo negativo, plasma lo negativo en tu vida real.
De este modo, la intención exterior puede actuar a pesar de nuestra voluntad. Es difícil dominar esa fuerza, pero puedes hacerla trabajar para ti.

Nos dedicaremos precisamente a resolver este problema en particular. Hemos aclarado ya cómo se debe obrar para que la intención exterior no nos perjudique con su actitud: no creando potenciales de importancia y rechazando la negatividad. Sólo nos queda comprender qué hay que hacer para que la intención exterior sirva a nuestro objetivo marcado. No es tan fácil como frotar la lámpara maravillosa de Aladino, pero aun así existen métodos que ayudan a poner en marcha el mecanismo de la intención exterior.

Quizás la mayor parte de la información arriba expuesta sigue siendo poco clara para ti. Es realmente un tema difícil de comprender, pues es imposible describir la intención exterior con palabras. Sin embargo, la situación se te aclarará en breve. No tengo ganas de embrollar el asunto para intrigarte, como lo hacen, encantados, los adeptos de algunas escuelas y corrientes espirituales. Todo lo que necesitas saber lo encontrarás en este libro. Todo lo que necesitas saber hacer, lo obtendrás de tu experiencia si aplicas los principios del Transurfing en la práctica. Para eso no necesitas ejercicios especiales ni entrenamientos. En el Transurfing no hay nada místico u oculto.

«El conocimiento esotérico», como regla general, está rodeado de alegorías y omisiones. Pero como todos saben, el que piensa claramente expone con claridad. Y si el poseedor del «conocimiento oculto» quiere enseñar que él conoce algo extraordinario, que lo puede confiar supuestamente sólo a su mejor alumno «al oído», mientas que el resto de tiempo se expresa con alegorías y sentencias profundas, lo más probable que ni ese gurú mismo tenga una idea clara de en qué consiste la esencia de su conocimiento.

No vamos a intentar obtener la intención absoluta, capaz de elevar el cuerpo al aire.
Si supiéramos cómo se hace, no tendríamos nada de qué hablar. Existe el espacio de las variantes, existe la posibilidad de elegir: elige tu variante y punto. Nuestra tarea consiste en aprender a alcanzar el objetivo utilizando nuestras propias habilidades. Aun con todas sus limitaciones, el Transurfing presenta un conocimiento capaz de despertar en nosotros las fuerzas que tenemos sin utilizar. Y para eso no hay que agotarse con las meditaciones, entrenamientos, ni con los sueños lúcidos, ni con otros ejercicios místicos con los que uno puede empezar a «andar mal de la azotea». Por supuesto, el modelo de Transurfing parece ser increíble. Es realmente difícil creer en todo eso. Sin embargo, te basta sólo con revisar tu forma habitual de ver el mundo para poder lograr lo que antes te parecía inalcanzable. Y pronto tendrás que persuadirte: es realmente posible hacer que la intención exterior trabaje para ti.

CAPÍTULO I – INTENCIÓN.
Intención exterior.
El susurro de las estrellas de madrugada
VOLUMEN II
Autor: Vadim Zeland


Espacio de los sueños.






Para poder explicar la Adivinanza de Celador hemos de responder a dos preguntas:

Tanto en un sueño consciente como en uno inconsciente, la imagen es muy precisa, hasta el mínimo detalle. También sucede que los sueños, por la nitidez de las formas y viveza de los colores, superan cualquier realidad. Existe una hipótesis de que la mente misma sintetiza las imágenes de los sueños y mientras soñamos percibe esas imágenes del mismo modo que en la realidad. Realmente eso no es más que una hipótesis. Hasta ahora nadie ha demostrado que todo suceda precisamente así. El modelo de Transurfing tiene una interpretación totalmente distinta del fenómeno del sueño: el subconsciente no imagina nada por su propia iniciativa, sino que se conecta directamente con el espacio de las variantes, que contiene toda la información.

Mira detenidamente a algún objeto, luego cierra los ojos e intenta imaginarlo.
Incluso si tienes una extraordinaria capacidad para la visualización, no podrás «ver» el objeto con los ojos cerrados del mismo modo a como lo haces con ellos abiertos. La imagen que memorizó tu mente es sólo una fotografía de baja calidad. Supongamos que la mente guarda esa fotografía como el determinado estado de un grupo de neuronas. No obstante, a pesar de la enorme cantidad de neuronas que hay en el cerebro, no son suficientes para reproducir todas las fotografías memorizadas por la mente.

Si nuestros recuerdos y sueños son la reproducción de lo que está grabado en las neuronas, entonces ¿cuántas células de ésas habrá en la cabeza? Dentro de los marcos del modelo de Transurfing, las neuronas no son portadoras de la información como los bytes en un ordenador. La mente no guarda la información misma, sino una especie de direcciones de la información guardada en el espacio de las variantes.

Es posible que la mente sea capaz de guardar en su propia «base de datos» una cantidad limitada de datos. Sin embargo, aun siendo un sistema biológico perfecto, no es capaz de guardar en sí todo lo que estamos dispuestos a reproducir en nuestra memoria. Y menos aún es capaz de sintetizar una realidad virtual tan perfecta como el sueño. ¿Acaso es tan fácil, en un estado de vela, cerrar los ojos y reproducir mentalmente las imágenes con la misma naturalidad que cuando soñamos? No hay que acariciar esperanzas con argumentos poco convincentes, como los que, al desconectarse, la mente obtiene la capacidad de asimilar las imágenes imaginarias de un modo preciso.

Como habíamos dicho, la mente no es capaz de crear nada completamente nuevo.
Solamente puede construir con los cubos viejos una nueva versión de casa. La mente posee sólo la información primitiva sobre esos cubos y sobre cómo colocarlos. Para guardar los datos más detallados, la mente lo hace en un papel u otros portadores de información. Toda la demás información le llega a través del alma desde el espacio de las variantes.

De esta manera, la mente, en el modelo de Transurfing, se presenta como un sistema bastante primitivo, cuyo funcionamiento resulta posible modelar técnicamente; es lo que precisamente intentan hacer los científicos. Los intentos de crear un intelecto artificial por ahora no tienen éxito. La mente puede comprenderse, más o menos, a sí misma, pero todavía no es capaz de comprender la naturaleza del alma. El secreto del intelecto de un ser vivo consiste en la unidad e interacción entre el alma y la mente.

Hasta ahora, los esfuerzos de los cibernéticos se reducían a modelar el proceso de pensamiento, tal y como lo hace la mente. Pero puede ser que un día a alguien se le ocurra modelar una máquina capaz de sintonizarse y recibir información desde el espacio de las variantes, tal y como lo hace el alma.
De algún modo, la mente es capaz de memorizar las direcciones de los sectores necesarios en el espacio. Al tener que recordar algo, la mente recurre al alma y ésta se sintoniza con el sector correspondiente.
Pero, ya porque el alma no sea capaz de sintonizarse bien, porque la mente recuerde mal las direcciones, o porque la mente y el alma no puedan llegar a un acuerdo entre sí, tenemos el resultado que tenemos: nuestra memoria es imperfecta.

En cambio, el alma es capaz de sintonizarse casualmente con los sectores no realizados del espacio de las variantes. Pues son justamente esas imágenes las que vemos en nuestros sueños. Precisamente por eso el espacio limítrofe entre el sueño y la realidad es tan real. Los sueños no son ilusiones en el sentido común de la palabra.

La mente no los imagina, sino que los ve realmente.

Es sabido que en un sueño el individuo puede observar situaciones u objetos que parecen venir del otro mundo. Por ejemplo, puedes ver una construcción arquitectónica apreciando todos los detalles. Al mismo tiempo está absolutamente claro que nunca pudiste haber visto nada parecido en ninguna parte. Si el sueño es una imitación de la realidad, reproducida por nuestra mente, entonces ¿de dónde salen las imágenes que uno no pudo haber observado nunca?

Como recordarás, los sectores del espacio contienen diferentes variantes de guiones y decorados. Los decorados comprenden tanto el entorno de los objetos inanimados como los seres vivos. Si soñaste con tus cercanos o conocidos, el hecho de que fueran un tanto distintos de lo que son en realidad debería llamarte la atención.

Pueden tener otro peinado, ropa extraña, hasta el carácter de cada uno puede ser distinto de lo que es en la realidad. Los personajes virtuales del espacio de los ensueños pueden comportarse de una manera un tanto impropia. En el sueño reconoces a tus conocidos, comprendes que son ellos, pero, al mismo tiempo, te da la sensación de que en ellos hay algo que no te cuadra. Es así como se revela la diversidad del espacio de las variantes. Los decorados de diferentes sectores se distinguen. Los acontecimientos que observamos en la realidad son variantes realizadas. En un sueño somos capaces de ver lo que no se realizó (o no está realizado aún).

Si algún día tienes la suerte de verte reflejado en el espejo mientras sueñas, puede que te sorprendas desagradablemente o te asustes. Será otra cara, no la que estás acostumbrado a ver en un espejo real. ¡Enseguida comprenderás que eres tú, pero tu cara ha cambiado! Lo que pasa es que, en el sueño, tu apariencia corresponde precisamente al sector en el que te habías metido. Según el grado de la desviación del sector observado respecto al sector corriente real, la diferencia en tu apariencia se distinguirá poco o mucho.

El entorno circundante también cambia, dependiendo de lo lejos que se encuentre el sector virtual. Ves tu ciudad, pero no parece igual que siempre. Las mismas calles y casas tienen un aspecto extraño. Te quedas perplejo, como si estuvieras alucinando. Si el alma en el sueño se ha alejado lo suficiente de su sector actual, te encontrarás en un ambiente totalmente desconocido. Verás lugares y gente que no existen en la vida real.
Allí todo vive su vida virtual. Y tú mismo, ¿en calidad de qué intervienes en aquella vida? Nada de lo que ocurre allí es material. El papel que desempeñas también es virtual. Al mismo tiempo no es una ilusión.

Aquí podrán darse dos situaciones: que la variante de tu personalidad exista en aquel sector o que no exista. En caso de que exista, ¿podrás encontrarte allí con tu doble? Es una pregunta muy difícil, para la que de momento no tengo respuesta. Lo más probable es que el alma se haga con aquel papel que esté inscrito en el guion de ese sector. A favor de eso está el hecho de que el soñante observa su cara en el espejo como una cara ajena.

Hay otra pregunta más que despierta interés: si toda la información se guarda de modo fijo dentro del espacio de las variantes, como si fueran bobinas de películas en la estantería, ¿por qué al soñar vemos el movimiento y participamos en este juego virtual?

Los acontecimientos están guardados en el campo de la información todos al mismo tiempo. Lo que hubo y lo que habrá, allí ya existe ahora. ¿Por qué, al volar en el espacio de las variantes, el alma ve el movimiento de la vida y no unas imágenes estáticas?

Puede que así esté organizada nuestra percepción, que nos permita percibir sólo el movimiento de la cinta de video. O tal vez es la particularidad del espacio y se revela ante nosotros sólo en calidad de la corriente de las variantes. Si el alma vuela por los sectores, entonces es ella quien observa el movimiento. En este caso, ¿en qué lapso de tiempo se mete el alma en el sueño: en el pasado, futuro o presente?

En cuanto al espacio de los sueños, el tema encierra más preguntas que respuestas. Lo único que podemos decir con seguridad es que el sueño no es una ilusión. Da un poco de miedo, ¿verdad? Cada noche, todos nosotros partimos al espacio de las variantes, donde vivimos una vida virtual. La vida virtual no tiene base material alguna y, al mismo tiempo, es real.

¿Qué se puede decir sobre la oniromancia? Puede que la respuesta te parezca algo inesperada. Tal vez, a la luz de lo expuesto, supones que los sueños tienen el pleno derecho de ser precursores de los acontecimientos venideros. Pero precisamente a la luz de lo expuesto, los sueños en Transurfing no pueden considerarse como las señales de las que habíamos hablado en el capítulo anterior.

Los sueños nos enseñan lo que podría haber pasado en el pasado o en el futuro. El pasado ya lo conocemos. Y el futuro en el espacio de las variantes, pues, es demasiado multiforme; por lo que no hay ninguna garantía de que al soñar hayamos visto precisamente el sector venidero que va a ser realizado. Los sectores colindantes, en efecto, contienen guiones y decorados parecidos. Por tanto, si el sector visto se halla cerca de la línea de la vida presente, en este caso sí que puede tener alguna información sobre los acontecimientos futuros reales. Sin embargo, no se puede dar garantía alguna de que el sector visto se encuentre realmente cerca de la línea presente.

Es verdad que en la vida real el alma es capaz de presentir los acontecimientos próximos. La señal más fiable es el estado de la comodidad interior. Mientras sigues despierto, el alma te indica el estado de su comodidad respecto a la línea de la vida presente o respecto a un giro próximo en la corriente. Las demás señales pertenecen también a sectores realizados corrientes y a los sectores colindantes. Pero por dónde vuela el alma en los sueños, sólo Dios lo sabe. Puede llegar a cualquier parte; por tanto, no podemos fiarnos de la información que nos aporta el alma mientras soñamos.

La siguiente pregunta es: si un sueño es fruto de la imaginación, ¿quién, entonces, determina los guiones de los sueños? Los guiones son engendrados en los sectores del espacio de las variantes. El alma puede viajar libremente dentro del espacio de las variantes mientras la mente reposa. A veces ésta duerme tan profundamente que no recordamos con qué hemos soñado. Nadie sabe cómo se desarrollan los acontecimientos mientras la mente duerme. En la vida real, ella controla el comportamiento de uno. Pero cuando sueña, la mente interviene sólo como un observador pasivo y no controla la situación, sino que acepta todo como algo debido.

Todo sucede según el guion engendrado en el sector. En cuanto el alma cae en el sector, los acontecimientos en él empiezan a desarrollarse según las esperanzas, los recelos e ideas obtenidos por la mente y el alma en la vida real. Las esperanzas y recelos se realizan enseguida. Por ejemplo, si en el escenario aparece algún sujeto que, desde el punto de vista de la mente, trae peligro, el guion de peligro se realiza instantáneamente. No tiene más que cruzar la mente alguna idea de que haya un peligro de persecución, para que el monstruo empiece a perseguirte.

Eso ocurre porque el alma se sintoniza enseguida con la variante que se deslizó por el pensamiento. El alma elige las variantes del guión según los pensamientos y esperanzas. El movimiento del alma en el espacio de las variantes se produce al mismo tiempo que ellos pasan por tu cabeza. Precisamente los pensamientos y las esperanzas son aquella fuerza propulsora que rebobina la película. Si pudiéramos detener por completo el funcionamiento de la mente, la imagen se quedaría inmóvil. Pero los pensamientos no se detienen y constantemente giran en la cabeza.

Los acontecimientos en el sueño pueden ir en contra de las ideas habituales, puesto que el control de la mente está debilitado. Sucede cualquier absurdidad, aparecen visiones increíbles, las leyes físicas no funcionan. Las cosas increíbles ocurren también en un sueño lúcido. Pues la mente comprende que eso es nada más que una fantasía, por tanto admite cualquier absurdidad.

Ahora comprendes por qué en el sueño es posible todo: porque el sueño es un viaje del alma en el espacio de las variantes, y a allí existe cualquier guión. Por eso en un sueño lúcido resulta posible cambiar el guión a sabiendas. En realidad el guión no se cambia: es elegido por la intención. En cuanto en la mente aparece la intención de intercambiar los papeles con el perseguidor, el alma se sintoniza con el sector que tenga un guión opuesto. Precisamente en eso consiste el mecanismo de un sueño lúcido: la intención del soñante elige el guión.
Si la mente se da cuenta de que puede controlar el guión de lo que está ocurriendo, entonces formula un deseo. Por ejemplo, el deseo de volar. Este pensamiento, al cruzar la conciencia fugazmente, se trasforma en el alma en una intención.

La intención es la fuerza motriz que traslada al soñante al sector con un guión correspondiente.

El viaje del alma en el espacio de las variantes no se carga con el peso de la inercia de los objetos materiales. Por eso los sueños son tan flexibles. El guión encargado se realiza instantáneamente. Pero ¿y qué pasa en la vida real? Al principio, lo mismo. La diferencia está sólo en la velocidad de la realización del guión. En la vida real los acontecimientos se desarrollan según las mismas leyes de un sueño, pero no tan rápido, pues la realización material es inerte. En este sentido, la afirmación de que nuestra vida es un sueño es errónea, pero al mismo tiempo no carece de sentido. Yo ya te había ilustrado con cómo los pensamientos forman los acontecimientos de la vida. Lo que tienes en los pensamientos es lo que obtienes, más tarde o más temprano.

Tus pensamientos son emisión de energía en la frecuencia de una línea de la vida determinada. En la vida real, la transición a esta línea se ralentiza por diferentes factores materiales. El sector del espacio realizado en comparación con un sector no realizado parece tan viscoso como el alquitrán en relación con el agua. La realización material de una variante potencialmente posible sucede con retraso. Mientras que en el sueño no existe ningún obstáculo inerte, por ende la transición entre sectores se realiza instantáneamente.

Ahora deberías de comprender por qué comencé la conversación sobre el sueño.
Debemos comprender, para poder regir nuestro destino, cómo nuestros pensamientos nos trasladan de un sector al otro y por qué no todos nuestros deseos se realizan. Sin embargo, para eso no es necesario, en absoluto, practicar los sueños lúcidos. Nuestro objetivo es obtener la capacidad de elegir el guión en la realidad. Mucho más importante es aprender a despertarse en la vida real que en la irreal. Además, las prácticas de los sueños lúcidos, como ya he mencionado, traen cierto peligro.

Puede que los que practican sueños lúcidos te digan que no hay ningún peligro. No obstante, lo más probable que ellos no comprendan que se están balanceando sobre el filo de la navaja. Nadie puede garantizarte el regreso de un sueño lúcido. Mientras tu alma vuela en los sectores sin realizar, no hay ningún peligro. Pero, ¿qué crees que pasará si en un sueño el alma se mete por casualidad en un sector del espacio realizado? Ahora bien, la hipótesis está en que tú puedes materializarte en este sector.

Estamos acostumbrados a que las conjeturas de toda clase no puedan amenazarnos.
Pero, como ves, esa suposición oculta en sí un peligro. ¿Y si es un hecho?
Como es sabido, los antiguos magos, que dominaban a la perfección el arte del sueño, se iban a otros mundos intencionadamente y para siempre. Sus cuerpos físicos también desaparecían de nuestro mundo. Los antiguos magos ya eran demasiado imprudentes, ya sabían demasiado bien lo que estaban haciendo. En nuestros tiempos, todos los años decenas de miles de personas desaparecen sin dejar rastro.
Simplemente se esfuman sin dejar huella. Incluso hay quien sugiere la teoría de que son abducidos por los extraterrestres.
No puedo afirmar nada, pero tal vez esa gente simplemente no regresa de su sueño.

Pues el alma puede entrar en el sector realizado también en un descanso inconsciente.
En este sentido un sueño lúcido tiene más peligro, porque la mente, al sentir libertad ilimitada, puede perder la precaución y entrar nadie sabe a dónde. No se sabe si el alma es capaz de volver. Puede que el cuerpo físico se quede; en este caso constatan simplemente la muerte en sueño. Mi intención no es asustarte. Sólo que no se te olvide que el sueño no es una ilusión. En un sueño lúcido surge la tentación de hacer travesuras, pues puedes hacer lo que te da la gana de manera totalmente impune y sin perjudicar a nadie. O simplemente volar e investigar otros mundos. Todo está permitido mientras el alma está en un sector virtual no realizado. El peligro está en lo siguiente:
no hay ninguna garantía de que el alma no entre de paso en un sector realizado. La mente incluso no se dará cuenta cómo la realidad virtual se ha convertido en una realidad material. No tienes que consolarte con la esperanza de que nuestro mundo visible es único en todo el universo. El espacio de las variantes no tiene límites y en él, sin lugar a duda, existe una multitud de sectores realizados, poblados de seres vivos de todo género.

El mundo en el que aparezcas, en comparación con el nuestro, puede asemejarse para ti tanto al paraíso como al infierno. Dónde se halla este mundo tampoco se sabe.

Tal vez esté a millones de años luz de nuestra Tierra, pero puede que en tu taza de café. Puede estar muy lejos y al mismo tiempo muy cerca, en otra dimensión. Como habíamos visto en el primer capítulo, la infinitud se extiende infinitamente sólo si miramos al frente. Pero no importa si este mundo paralelo está lejos o está cerca, pues perderse allí es muy fácil, pero es muy difícil regresar.

No toco el tema de los viajes del cuerpo astral en el mundo material, pues tiene un mecanismo distinto; no tiene nada que ver con el Transurfing y es muy peligroso.

Hablando en general, también los sueños tienen sólo una relación indirecta con el Transurfing. Nuestro objetivo no es huir de la cruda realidad al mundo fronterizo de los sueños, sino hacer que la realidad misma sea confortable para nosotros.


No se deben temer los sueños, pero tampoco hay que tomarlos a la ligera. Si al mencionar los sueños lúcidos sientes la incomodidad del alma, significa que no debes practicarlos. Tu olfato interior puede dictarte si corres peligro o no. El alma siente la aproximación de las desgracias mejor que la mente. Por ende es mucho más seguro soñar sin intervención activa de la mente. Pero si, a pesar de todo, has decidido practicar los sueños lúcidos, ten cuidado en el sueño, no te metas en la boca del lobo y mantén la conciencia al máximo. Como en la realidad, siéntete como en casa, pero no olvides que sólo eres un huésped.

CAPÍTULO I - INTENCIÓN
Espacio de los sueños.
"El susurro de las estrellas de madrugada"
VOLUMEN II
Vadim Zeland

Bienvenidos

SOLO CUANDO UNO CONDUCE SU PROPIO VEHÍCULO Y ADEMÁS TIENE EL MAPA DEL CAMINO, PUEDE LLEGAR AL DESTINO QUE SE HA FIJADO. DE OTRA MANERA, ES SEGURO QUE LLEGARÁS... "A CUALQUIER PARTE".