La principal característica distintiva de un péndulo destructivo es tratar de destruir agresivamente a los otros péndulos para atraer a las personas a su bando. Para eso azuza continuamente a sus partidarios contra los de los otros péndulos: «¡Somos así y ellos son de otra manera! ¡Son malos!». Las personas sometidas a esta lucha se desvían de su camino y se dirigen hacia objetivos falsos, a los que erróneamente interpretan, como suyos. Y en eso se manifiesta la destructividad de los péndulos. La lucha contra los otros partidarios es infructuosa y lleva a la ruina tanto la vida propia como la ajena.
Para convencer a sus partidarios ir a la guerra, el péndulo les proporciona argumentos correspondientes a una época concreta de la historia. El método más primitivo que se utilizaba antiguamente era, simplemente, dar órdenes de quitar a los demás lo que les pertenecía. Según la sociedad se convertía en más civilizada, los argumentos se tornaban más refinados. Una nación se proclama superior y a las otras, deficientes. El objetivo bueno es levantar a estos pueblos poco desarrollados a un nivel superior y, si éstos se oponen,
utilizar la fuerza. Y las concepciones modernas de la guerra tienen aproximadamente el siguiente aspecto: en un árbol del bosque hay suspendida una colmena. Ahí viven las abejas salvajes, extraen su miel y educan a sus hijitos. He aquí que un péndulo se acerca a la colmena y proclama a sus partidarios: «Éstas son abejas salvajes; son muy peligrosas, por lo que debemos exterminarlas o, al menos, devastar su colmena. ¿No me creéis? ¡Mirad!». Y empieza a remover la colmena con un palo. Las abejas salen de su refugio y comienzan a picar a los partidarios. El péndulo canta victoria: «¡Ya veis qué agresivas son! Hay que exterminarlas».
Por muy justificativas que sean las consignas con que se encubren las guerras y las revoluciones, su esencia siempre es la misma: una lucha de los péndulos por los partidarios. Las formas de batallas puedan ser diferentes, pero el único objetivo siempre es conquistar el mayor número posible de partidarios. Los nuevos miembros son una necesidad vital para el péndulo; sin éstos se detendrá, por lo que la batalla de los péndulos es una lucha por la existencia natural e inevitable.
Además de las guerras y revoluciones, hay otras formas de batalla menos agresivas, pero suficientemente duras. Por ejemplo, la lucha por los mercados, la rivalidad de los partidos políticos, la competencia económica, cualquier tipo de marketing, las campañas de publicidad, la propaganda ideológica, etcétera.
El ambiente de la existencia humana está construido sobre los péndulos, por lo que todos los campos de actividad están envueltos en competencia. La competencia existe en todos los niveles, empezando por las disputas gubernamentales y terminando por los campeonatos entre equipos de clubes o
individuos.
Lo nuevo, lo extraordinario, lo incomprensible siempre se abre camino con mucha dificultad. ¿Por qué será? ¿Será sólo por la inercia de la mentalidad? La causa principal está en que a los péndulos antiguos les resulta muy desventajosa la aparición de un novato que arrastre a los partidarios a su bando. Por ejemplo: los motores de combustión interna que contaminan mucho la atmósfera de las ciudades podrían haber quedado atrás hace mucho tiempo, puesto que ya existe una multitud de modelos de motores alternativos y
ecológicamente limpios. Sin embargo, estos nuevos modelos amenazan de muerte a los péndulos de corporaciones petroleras, y éstas aún son demasiado fuertes como para permitir que tales inventores les retiren del escenario con tanta facilidad. Todo llega a tal punto que estos monstruos, literalmente, compran las patentes de modelos de motores nuevos y los mantienen en secreto, anunciando la baja efectividad de los inventos.
Construyendo su estructura a nivel material, los péndulos fortalecen su situación con los recursos financieros, construcciones, instalaciones, maquinaria y, por supuesto, con los recursos humanos. En la cima de las pirámides humanas se designan los favoritos del péndulo. Los favoritos son dirigentes de todos los rangos, desde los jefes menores hasta el presidente de cada nación. No es necesario que tengan capacidades extraordinarias. Como regla general, son aquellos partidarios cuyos parámetros se encajan de manera óptima con la estructura del péndulo. Al favorito le puede parecer que ha conseguido grandes logros en su vida exclusivamente gracias a sus cualidades personales. En cierto modo es así, pero la mayor parte del trabajo de promoción de sus privilegiados la hace la estructura de péndulo autoorganizativo. Si los parámetros del favorito dejan de corresponderse con las exigencias del sistema, le eliminan despiadadamente.
Una batalla de péndulos es destructiva para sus partidarios, en cuanto a éstos les parece que, al cumplir la voluntad suprema, actúan según su propia convicción, cuando en la mayoría de los casos, la convicción de los partidarios está dominada por los péndulos. En cuanto una persona se sintoniza con la frecuencia del péndulo, a nivel de energía surge interacción entre esta persona y el péndulo. La frecuencia de emisión de energía mental del partidario se fija y se mantiene con la energía del péndulo. Surge una especie de apoderamiento, un lazo con conexión inversa. El partidario emite en la frecuencia de resonancia del péndulo, y éste, a su vez, también le alimenta con un poco de su energía para conservar la influencia sobre este partidario.
A nivel de realización material, la interacción entre el péndulo y un partidario se puede observar en una situación muy habitual.
Por ejemplo, el péndulo de un partido político lleva adelante su propaganda, engancha al partidario y le suministra algo de energía en forma de sensación de tener la verdad de su parte, satisfacción, dignidad e importancia. Al partidario le parece que él tiene control sobre la situación, que puede elegir. En realidad, le eligieron a él y sobre él establecieron el control.
Desde fuera, el partidario parece convencido de estar realizando su propia voluntad. Sin embargo, esta voluntad, artificial e imperceptiblemente, se la impuso el péndulo. El partidario se encuentra en el campo de información del péndulo, habla con sus semejantes sobre los temas «calientes», entra en la relación energética y de ésta manera fija su frecuencia. Luego puede que defrauden sus esperanzas;' aparecen pensamientos contra el ex ídolo y la frecuencia de emisión sale del lazo de apoderamiento. La fuerza del
apoderamiento varía según el grado de poder del péndulo.
En unos casos al partidario se le permite marcharse, simplemente; en otros, a semejante hereje pueden privarle de la libertad o de la vida.
El apoderamiento de frecuencia se puede mostrar con el siguiente ejemplo ilustrativo. Canturreas para ti cualquier melodía. En ese momento oyes otra música a volumen alto. Ahora, al oír otra melodía, te resultará muy difícil seguir canturreando la melodía anterior.
Para los objetivos del Transurfing no importa de qué manera se realice la interacción entre el péndulo y el partidario a nivel de energía. Examinaremos esta interacción utilizando un modelo simplificado en su concepto común. Con esto será suficiente. Nadie podrá explicar con más detalles y precisión qué y cómo sucede en realidad, porque entonces surgirá la pregunta: «¿Y qué es lo que debemos de comprender como "en realidad"?». Y etcétera, conforme a la infinidad del proceso de conocimiento. Es una labor ingrata. Por ende, debemos satisfacernos con lo poco que tenemos y entusiasmarnos porque, a pesar de todo, aún somos capaces de comprender algo. Veamos cómo manipulan los péndulos a sus partidarios.
Batalla de los péndulos.
CAPÍTULO II. PÉNDULOS
El espacio de las variantes.
Vadim Zeland
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