EQUILIBRIO


Las personas se crean para sí problemas y obstáculos y luego se esfuerzan por superarlos. En contraposición con el punto de vista general, el Transurfing demuestra que las causas de los problemas están en un plano completamente aparte. 

¿Cómo excluir los problemas de la vida?

Cuídate sin preocuparte.

Potenciales excesivos.

En la naturaleza todo tiende al equilibrio. El salto de la presión atmosférica se equilibra con el viento. La diferencia en temperaturas se compensa por el cambio térmico. Dondequiera que exista el potencial excesivo de cualquier energía surgen las fuerzas equiponderantes orientadas a la eliminación de distorsiones. Estamos tan acostumbrados a tal estado de cosas que ni siquiera nos planteamos hacer una pregunta: ¿y por qué todo tiene que ser precisamente así? ¿Por qué funciona la ley del equilibrio? Para esta pregunta no hay respuesta.

En realidad, ninguna ley explica nada: sólo es una constatación de hechos.
Todas las leyes de la naturaleza son secundarias, derivados de la ley del equilibrio, que es la primaria (al menos lo parece), por lo que es imposible explicar por qué razón tiene que existir el equilibrio en la naturaleza. O para ser más exactos, es imposible demostrar de dónde salen las fuerzas equiponderantes y por qué existen. No todo debe ser como es sólo porque estemos habituados a que sea así. Sólo podemos conjeturar cómo sería el mundo sin esa ley:
 ¿se habría convertido en una gacha amorfa o en un infierno agresivo? No obstante, el aspecto poco atrayente de tal mundo no puede ser la razón de la existencia de la ley del equilibrio. Por lo que nos queda sólo aceptarlo como hecho y sorprendernos, entusiasmados por la perfección del mundo circundante, y al mismo tiempo, perdernos en conjeturas: ¿qué es lo que rige todo eso?

Estamos acostumbrados a que la vida tenga épocas blancas y negras; el éxito sustituye al fracaso. Todo eso revela la existencia de esa ley, puesto que la suerte, al igual que el fiasco, es la ruptura del equilibrio. El equilibrio total se establece cuando no pasa absolutamente nada, y lo absoluto nunca ha existido. Al menos, nadie lo ha podido observar. En el mundo se observan constantemente fluctuaciones de todo tipo: día-noche, flujo-reflujo, nacimiento-muerte, etcétera.

Incluso en el vacío las partículas elementales están en un incesante proceso de nacimiento y aniquilación.
Podemos imaginar el mundo a modo de péndulos que oscilan, se extinguen y actúan recíprocamente entre sí. Cada péndulo recibe los impulsos de sus contiguos y les pasa los suyos. Una de las leyes básicas que rigen todo este complejo sistema es la ley del equilibrio. Al fin y al cabo, todo procura estar equilibrado. Tú también eres una especie de péndulo.
Si de repente se te ocurre romper el equilibrio e inclinarte marcadamente hacia cualquier lado, chocarás contra los péndulos contiguos y de esta manera crearás a tu alrededor una perturbación, que después se volverá contra ti.

El equilibrio se desestabiliza no sólo con acciones, también con pensamientos. Y no sólo porque los pensamientos procedan a las acciones.
Como sabes, los pensamientos emiten energía. En el mundo de la realización material todo tiene una base energética. Y todo lo que sucede a nivel invisible se refleja en el mundo de los objetos materiales visibles. Puede parecer que la energía de nuestros pensamientos es demasiado débil para poder influir en el mundo circundante. Todo sería mucho más fácil con tal correlación de cosas.

Pero dejemos de hacer conjeturas sobre lo que ocurre a nivel energético para no enmarañarnos por completo. Para nuestro objetivo será suficiente con aceptar el modelo del equilibrio simplificado: cuando aparece el potencial energético excesivo, surgen las fuerzas equiponderantes orientadas a la eliminación del potencial.
El potencial excesivo se crea con energía mental cuando a un objeto se le atribuye demasiada importancia. Comparemos dos situaciones: en una, por ejemplo, estás de pie en él suelo de tu casa; en otra, al borde de un precipicio.
En el primer caso, tu estado no te preocupa. En el segundo, la situación tiene mucha importancia: descuídate un poco y sucederá algo irremediable. Sin embargo, en el nivel energético, el hecho de que te mantengas de pie tiene la misma importancia en ambos casos. Pero al permanecer al borde del precipicio, aumentas la tensión con el miedo y creas una heterogeneidad en el campo energético. Enseguida surgen las fuerzas equiponderantes orientadas a eliminar este potencial excesivo.
Puedes sentir su efecto incluso físicamente: por un lado, una fuerza inexplicable te arrastra hacia abajo; por el otro, algo te hace retroceder más lejos del borde. Pues para eliminar el potencial excesivo de tu miedo, las fuerzas equiponderantes necesitan; ya, apartarte del borde, ya arrojarte abajo y así terminar con todo. Estás sintiendo justamente ese efecto.

A nivel energético todos los objetos materiales tienen la misma importancia. Somos nosotros quienes los dotamos de cualidades determinadas: bueno-malo, alegre-triste, atrayente-repulsivo, simple-complejo, etc étera. En este mundo todo se somete a nuestra valoración.

La valoración por sí no crea heterogeneidad en el campo energético.
Sentado en tu sillón, valoras: estar sentado aquí no presenta peligro, peropermanecer al borde del precipicio es muy peligroso. En este momento, sin embargo, eso no te preocupa, pues sólo lo estás evaluando, por lo que el equilibrio no se desestabiliza. El potencial excesivo aparece sólo si se le aporta demasiada importancia a la valoración.

El tamaño del potencial aumenta si la valoración, además de estar cargada de relevancia excesiva, altera gravemente la realidad. En general, no podemos apreciar ecuánimemente la cualidad del objeto si éste tiene para nosotros mucha importancia. Por ejemplo: siempre sobrevaloramos el objeto de nuestra admiración; atribuimos demasiados defectos al objeto del odio; cargamos al objeto de nuestros miedos con demasiadas características siniestras. Resulta que la energía mental intenta reproducir artificialmente una determinada propiedad ahí donde en realidad ésta no existe. En tal caso se crea el potencial excesivo que provoca el viento de las fuerzas equiponderantes.

La desviación en la valoración que altere la realidad puede producirse en dos direcciones: por atribuir al objeto cualidades excesivamente negativas o excesivamente positivas. Pero el error mismo en la valoración no tiene ninguna importancia.

 Presta de nuevo atención: la desviación en la valoración produce el potencial excesivo sólo si la valoración tiene mucha importancia.
Sólo la importancia que tengan los asuntos u objetos para ti, concretamente, proporciona energía a tu valoración.
Los potenciales excesivos, a pesar de ser invisibles e intangibles, juegan un papel considerable y, además, pérfido en la vida de los humanos. La actitud de las fuerzas equiponderantes para eliminar esos potenciales crea una inmensa parte de los problemas. La perfidia de los potenciales está en que a menudo el hombre obtiene como resultado algo totalmente opuesto a lo que era su intención, por lo cual no queda nada claro qué es lo que ocurre.
Y como consecuencia surge una sensación de que aquí está actuando una fuerza inexplicable, una especie de «ley de Murphy». Ya hemos tocado este asunto a la hora de analizar por qué obtenemos lo que menos queremos. Y con el siguiente ejemplo veremos el caso contrario: cómo se nos escapa lo deseado.

Existe una opinión errónea que si te dedicas por completo al trabajo puedes lograr grandes éxitos. Viendo el asunto desde el punto de vista del equilibrio, será evidente que «sumergirse en el trabajo» significa poner en un platillo de la balanza el trabajo mismo y en el otro, todo lo demás.
El equilibrio se rompe y las consecuencias no se hacen esperar. El resultado será el diametralmente opuesto.
Si para ti trabajar más significa ganar más o mejorar tu nivel profesional, en tal caso, por supuesto, es imprescindible que emplees algo de esfuerzo; no pasa nada.
Pero como en todo, hay que conocer los límites. Si sientes que te cansas mucho, que el trabajo se ha convertido para ti en una auténtica galera, significa que debes bajar el ritmo o cambiar por completo de trabajo. Los esfuerzos excesivos te llevarán infaliblemente a un resultado negativo.

Veamos cómo ocurre eso. Aparte del trabajo tienes un determinado sistema de valores: tu casa, tu familia, el entretenimiento, el tiempo libre, etcétera. Si a todo eso opones el trabajo, se sobrentiende que en su lugar has creado un potencial muy fuerte. En la naturaleza, todo pretende mantener el equilibrio, es decir, independientemente de tu voluntad surgirán fuerzas que actuarán para disminuir el potencial excesivo. Estas fuerzas pueden actuar de cualquier modo.
Por ejemplo, te enfermas; entonces de ganancias ni se habla.
Puedes caer en una depresión. ¿Y cómo no, si te estás obligando a hacer algo que para ti supone una carga? La mente te repite: «¡Venga! ¡Vamos! ¡Hay que ganar dinero!».
 Con lo que el alma (la conciencia) se asombra:
«¿Acaso para esto he venido a este mundo, para sufrir y atormentarme?
¿Para qué necesito todo esto?».
Al final acabarás con un cansancio crónico, en cuyo caso, de rendimiento en el trabajo ni se habla. Tendrás una sensación de aporrearte en la jaula sin ningún resultado.

Al mismo tiempo puedes notar que otra gente logra mucho más con mucho menos esfuerzo. Resulta que al llegar a cierto punto, el significado que das a tu trabajo empieza pasar el límite. Cuanta más importancia atribuyes a tu trabajo, más problemas surgirán. Te parecerá normal que aparezcan tantos problemas, algo rutinario dentro del «trascurso corriente del trabajo», por así decirlo. En realidad tendrás muchos menos si bajas tu «listón de importancia».

La conclusión es única: debes revisar conscientemente tu actitud hacia el trabajo para eliminar el potencial excesivo. Has de tener tiempo libre para hacer lo que más te guste, aparte del trabajo. El que no sepa descansar, relajarse, no sabe trabajar. Al llegar al trabajo, alquílate. Entrega tus manos y tu cabeza, pero no el corazón. El péndulo necesita toda tu energía, pero no has llegado a este mundo sólo para trabajar para él, ¿verdad?
El rendimiento de tu trabajo aumentará notablemente cuando elimines tus potenciales excesivos y te libres de los péndulos.
Al alquilarte, actúa impecablemente. No cometas pequeñas faltas por las que te puedan culpar de negligencia elemental. Esa impecabilidad concierne a todas tus obligaciones. Alquilarse no significa, en absoluto, actuar de manera indisciplinada e irresponsable.
Significa actuar con indiferencia, sin crear potenciales excesivos, y no obstante, hacer lo necesario con precisión. De lo contrario pueden surgir disgustos. Por ejemplo, a tu alrededor siempre habrá personas que, a diferencia de ti, se enfrasquen del todo en el trabajo.

Subconscientemente ellos sentirán que te alquilaste, es decir, que actúas de modo eficaz sin aplicar mucho esfuerzo. Estos tipos tan diligentes y afanosos empezarán a buscar algún pretexto para pillar al competidor en cualquier error. Apenas cometas uno se lanzarán sobre ti. El error será muy elemental y por tanto, enojoso. Por ejemplo, llegas tarde, te olvidas de algo o lo dejas escapar. Si hubieras estado completamente absorbido por el trabajo, habrían hecho la vista gorda ante tu error.
 Pero ahora te culparán de trabajar con descuido.
Semejantes situaciones podrán ocurrir no sólo en el trabajo, sino también en tu familia, en tu círculo de conocidos.
Por eso es imprescindible que en cualquier situación donde te alquiles, cumplas tus obligaciones impecablemente para que nadie te pueda reprochar nada. Deja que tu vigía interior —el Celador— te ayude en eso, si no, otra vez te sumergirás porcompleto en el juego. El Celador interior no tiene nada que ver con la doble personalidad. Simplemente vas notando, en el fondo, cómo y qué es lo que haces. Volveremos sobre, este tema en los capítulos siguientes.

Puedes objetar: «¿Y qué hay con lo de "poner el alma en lo que haces"?».
Depende de lo que hagas. «Enfrascarse en el trabajo» está justificado en un solo caso: si el trabajo es tu objetivo. Sobre lo que es tu objetivo hablaremos más adelante. En caso de ser tu objetivo, el trabajo te sirve de túnel que te llevará al éxito. Un trabajo así, al contrario, te llena de energía, te da alegría, inspiración y satisfacción. Si eres uno de estos raros afortunados que pueden decir eso de su trabajo con toda seguridad, entonces no tienes por qué preocuparte.
Todo lo arriba mencionado se refiere también a los estudios. A continuación de este capítulo veremos las demás situaciones en la vida en las que surgen potenciales excesivos y qué consecuencias trae consigo la actitud de las fuerzas equiponderantes.

Capítulo 4.
El espacio de las variantes.
TOMO I
Vadim Zeland

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